El Anxo Carro recibía hoy a dos equipos en signo positivo y que llegaban al choque con la oportunidad de cristalizar sensaciones y juego en un ambiente de fútbol inmejorable. Milla disponía su esquema habitual con tres hombres en el interior del eje, compuesto por David López, Campillo y Seoane, protegiendo a la tripleta de Pereira, Iriome y Ferreiro, un ataque veloz y con la clara misión de aprovechar los espacios reducidos y metros a la espalda de la zaga ovetense.
Pese a las buenas sensaciones del comienzo, el primer golpe lo darían los de Egea. Pérdida en la salida de balón de David López cerca de área, Borja Valle que encuentra metros hasta la meta, y buena finalización del 11 azul ante José Juan. Mala fortuna para los de Milla que iniciaban el choque por detrás en el electrónico, y con la obligación de remar contracorriente. El CD Lugo continuaba con su plan de crecimiento ordenado, buscando el dominio del balón, y la iniciativa a la hora de generar ocasiones. Sin embargo, se le iba a atragantar el inicio de partido a los lucenses, y Toche, poco después, hacía el segundo al aprovechar una buena arrancada de Johannesson desde la derecha. Aumentaba la brecha y los problemas para la remontada.
El CD Lugo intensificó entonces sus acercamientos, en número y peligro sobre el marco de Esteban. Especialmente activo en este capítulo se mostró David López, que rozó el gol en dos intentos claros ante la meta ovetense. El primero, en un cabezazo que Esteban sacaba a bocajarro bajo palos; y el segundo, en un gran lanzamiento de falta que, de nuevo, se encontraba con la manopla del meta en magnífica intervención. Los minutos transcurrían, y pese a la mejora evidente en el juego, los goles no llegaban al casillero local.
Milla decidía entonces realizar el primer movimiento y daba entrada a Caballero en lugar de Iriome. El encuentro iba a ver trastocado por completo su desarrollo en la segunda mitad del primer acto, ya que el CD Lugo iba a encontrar por fin el premio a sus esfuerzos continuados de llegada y construcción con el primer gol de la tarde. Sería a balón parado, en un buen centro de David López que Carlos Hernández remataba de manera imperial para batir a Esteban, que no pudo hacer nada. El conjunto amurallado vio fortalecido su planteamiento, y a continuación, con escasos minutos por delante para alcanzar el descanso, en la enésima llegada por banda izquierda, cerraría el círculo de la primera mitad. Buena salida de Ferreiro, pase a la llegada de Pereira, y el menudo delantero batía por bajo al meta rival para llevar la locura al estadio. Objetivo conseguido, igualdad en el marcador, y todo por jugarse aún.
La segunda mitad mantenía el discurso y las sensaciones mostradas en la anterior. El CD Lugo, más dinámico y atrevido que el rival, adelantaba el bloque sobre campo contrario para facilitar la presión y la llegada en pocos toques. La apuesta por el ataque a través de los costados se mantenía como herramienta indiscutible para acercar el peligro, y obligaba a los de Egea a acumular hombres en retaguardia y a salir en largo para salvar las líneas de presencia albivermella.
El choque discurría por los derroteros que el equipo de Milla iba trazando sobre su juego elaborado y de construcción medida desde portería. El preparador volvía a modificar el equipo e introducía a De Coz en lugar de Fernando Vega, sumando oxígeno a la zaga, con lo que Cendrós pasaba a ocupar el lateral izquierdo de la formación. Los lucenses imponían criterio, capacidad y orden frente a un Real Oviedo que retiraba a Kone para sumar músculo en la medular, dejando a Toche sólo en tareas de remate. Serían los locales los que volvían a rondar el gol, y por partida doble en botas de Pablo Caballero. De cabeza, en un vuelo difícil que no encontró portería, y en un tiro raso que no entró por milímetros, cuando todo el estadio ya cantaba gol, el argentino volvía a encender las señales de alarma en la zaga asturiana.
La parte final del encuentro traería el dominio total del CD Lugo, que controlaba la posesión, y gozaba de las mejores ocasiones en constantes llegadas por uno y otro costado. Gran trabajo de los laterales en el apoyo, de los medios en el desborde, y de los puntas en movimientos con y sin balón, imposibles de controlar para una defensa rival que se veía desbordada en este tramo decisivo de partido. Juego de nivel, velocidad en la ejecución, y trabajo sin pausa para conseguir un empate que se quedaba corto por lo visto sobre el césped de un Anxo Carro que despidió a sus jugadores entre aplausos.
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