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Primer equipo

El Lugo se despide de la Copa desde los 11 metros (1-1)

Los albivermellos caen en una tanda a la que llegaron tras empatar en el 90

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La revelación de los llamados "modestos" ha llegado a la Copa del Rey para quedarse. Esos equipos de gente trabajadora, que en muchos casos alterna trabajo o estudios con su pasión por el fútbol, han protagonizado sorpresas como la que se vivió en Las Llanas. Porque la fortuna si sonrió esta vez al "pequeño" y los verdinegros sellaron su billete a la siguiente ronda en la tanda de penaltis. Desde los 11 metros el CD Lugo se despidió de la competición del KO.

En la margen izquierda se vive el fútbol con fervor. Y campos como Las Llanas, supuran esa épica clásica del fútbol del norte, del juego de antaño. Al Lugo le esperaba un equipo atrevido, de los punteros de su categoría y que iba a buscar hacer bien aquello que dominan. Ta simple como efectivo, el centro y remate o el ABC del fútbol norteño iba a poner la primera piedra sobre el camino lucense. Leandro supo cabecear un buen centro desde la derecha para dar ventaja a los verdinegros en una primera parte con pocas ocasiones.

El picante lucense lo puso Óscar Castellano con un par de individualidades, pero en el primer parcial a los de Eloy les faltó verticalidad. El Sestao vivía cómodo cerrando espacios y viendo como el reloj agotaba los minutos. Y además de cuando en vez levantaba a su parroquia con eléctricas carreras buscando matar a la contra. Más de 2.000 sestaoarras habían ido contracorriente y habían elegido el fútbol clásico de Las Llanas frente a El Clásico que se disputaba en Barcelona y seguía el planeta fútbol pegado a la pantalla.

El míster había manifestado durante la semana que quería avanzar en la Copa y la entrada de Herrera y Manu Barreiro daba crédito a esas palabras. Con el último cuarto por jugar los vascos fueron perdiendo fuelle y el CD Lugo fue encerrando al Sestao en busca del empate. Y llegó, en el último suspiro, tras una genialidad de Herrera. El destino parecía castigar a los locales que ya acariciaban el pase con la punta de los dedos.

Pero realmente lo que tenía era guardado un guion con un final aún más épico. Tras una prórroga en la que ninguno de los dos dispuso de ocasiones realmente claras, llegaba la suerte de los penaltis. Y desde el punto fatídico, ya en la muerte súbita, esa pequeña villa industrial que acogió a tantos lucenses en el siglo pasado, pudo gritar de euforia. El Lugo se despedía amargamente de la Copa y la gloria quedaba para el Sestao.

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