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Primer equipo

Un punto que sabe a gloria (1-1)

Miguel Vieira empata de cabeza en el último suspiro un partido en el que el CD Lugo fue de menos a más

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El Club Deportivo Lugo llegó a Oviedo con un objetivo claro, plantar cara a uno de los equipos más fuertes de la categoría. El Real Oviedo, que encadenaba cuatro partidos sin perder, se enfrentaba a un Lugo que llevaba el mismo número de partidos sin ganar. El encuentro se disputaba en un estadio mítico, el Carlos Tartiere, donde Carlos Pita viviría un momento histórico: su partido 300 en Liga.

El partido comenzó con un par de sustos para el equipo albivermello. A partir de ahí, el Lugo intentó hacerse con la posesión y el dominio del juego, aunque sin mucho acierto. Los locales, dominadores de los primeros 20 minutos, contaron con tres nuevas ocasiones muy claras para adelantarse en el luminoso.

A partir de ahí, el Oviedo controló el balón y gozó de las ocasiones más claras, hasta que en el 31, cuando parecía que el Lugo podía empezar a llegar con peligro, logró adelantarse en el marcador. Tejera conseguía ver puerta con una volea desde fuera del área, y el Oviedo cambiaba su planteamiento. Fiel a su estilo, el equipo de Anquela cedió el balón al Lugo para defender el resultado e intentar sorprender en alguna contra. El plan le salió a la perfección, mantuvo el resultado hasta el descanso e incluso contó con otra clara ocasión para aumentar la diferencia.  

El Lugo empezó la segunda parte cambiando las posiciones de Herrera y Tete. El cambio parecía surgir efecto, pues el equipo ganó en consistencia y dominio del balón. El conjunto albivermello lo intentaba sin fortuna y arriesgaba para buscar las espaldas de los carbayones, lo que se tradujo en algunas imprecisiones.

Monteagudo dio entrada a Manu Barreiro, Iriome y Juan Muñiz para buscar el gol. Precisamente este último, acabaría siendo el protagonista. En el minuto 89 botó una falta desde la frontal que Champagne desvió a córner. Era un aviso, el Lugo seguía vivo. De ese córner, sacado por el propio Muñiz en el 90, llegaría el empate. Balón al área y cabezazo inapelable de Miguel Vieira que, después de tocar el larguero, atraviesa la línea de gol. Un tanto sobre la bocina para sacar un más que merecido punto. Un punto que sabe a gloria.

 

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